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viernes, 24 de abril de 2015

NUESTRAS VERGUENZAS

Cientos de hermanos del continente pobre se mueren a nuestras puertas mientras los miramos como el que ve llover.

Si el ébola asoma su cruel garra a Europa, el mundo tiembla y reacciona, pero si son negritos de ese continente desafortunado, los que lo sufren, seguimos con nuestra vida moderna y contemporánea, sin que siquiera perdamos la sonrisa.


Vemos la situación desde el lado de la comodidad, el problema es que no vengan, que no invadan a los países desarrollados, que ironía.... Desarrollados.

Cuando la solución es atajar los problemas en la raíz, ayudas al desarrollo, educación, medicinas, agua potable, electricidad, agricultura, solo hay que darles la oportunidad de aprender a hacer las cosas necesarias para sobrevivir, y ofrecerles los medios.
Estamos hablando de bienes de primera necesidad para crecer como población. Y muchos no los tienen.

Pero económicamente, nosotros, que nos consideramos los desarrollados, no podemos hacer frente a esa inversión.

Pero sí la hacemos en armamento.

Triste desarrollo, aquel que olvida a parte del mundo, en sus miserias, observando desde el telón que nos proporciona el Mar.


Ese Mar que nos da tantas alegrías a los países del Sur, y se está convirtiendo en una fosa común de criaturas, cuyo máximo pecado es soñar con un futuro mejor.


Los miramos con desprecio, como si vinieran a restarnos comodidades, pero ¿alguien se ha parado a pensar por qué un niño nace aquí o allí.?


Todo lo demás quizás nos lo ganemos por esfuerzo y trabajo, pero el mero hecho de nacer en una cuna o en otra, cuántas diferencias genera.

Yo no digo que se abran las puertas del mar, pero sí que tendamos un puente de ayuda humanitaria real y eficiente, porque merecen una vida digna tanto como lo merecemos los ciudadanos del mundo rico.

Los tratan como si vinieran en un crucero a invadirnos, y el simple viaje que comienzan, es un viaje sin retorno casi siempre y con un final cruel en muchos casos, y en cualquier caso lleno de sufrimientos, frío, hambre, hacinamiento, maltrato...

Quien piense que lo hacen por un afán de invasión, no tiene corazón, ese viaje sólo se puede iniciar empujados por la desesperación, por la falta de futuro para sus hijos, por la esperanza de un mundo mejor...


CADA ALMA QUE YACE EN ESE MAR, NO ES MAS QUE UN REFLEJO DE NUESTRA POCA HUMANIDAD.

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