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jueves, 5 de noviembre de 2015

LA BAJEZA DEL SER HUMANO, HISTORIA DE UNA RELACIÓN ROTA.

Os cuento un caso, sin nombres, ni reseñas, pero real como la vida misma.
Si los aludidos anónimos casualmente leyeran este bloc sabrán quienes son, pero no se trata de señalar a nadie, solo pretendo explicar como nos hacemos daño gratuitamente, y preferimos la maldad a la comunicación y el diálogo.

Voy a compartir esta historia, desde mi perspectiva, desde mi visión, que de antemano reconozco que no tiene porque ser la correcta, pero hasta que alguien me convenza de que estoy equivocada, para mí es la que vale.

Tras una relación laboral muy agradable, que me ayudaba a sobrellevar la situación económica, pero que se torció cuando sentí que se convertía en un abuso, exponiendo mis razones, explicando las cifras, y con tiempo adecuado de reacción para la otra parte, rompí dicha relación, no falto de pena, de corazón.
Para mí era más que un trabajo, me sentía cómodo, y lo hacía con mucho agrado.

Pero seguro de luchar por los principios en los que creo de justicia laboral, sacrifiqué mi economía.

Hasta aquí, poco que recriminar, salvo que la diferencia económica no era descomunal, y yo pensaba que mi dedicación y buen hacer lo valían.

Pero la otra parte no pensaba igual, y tomó su decisión, que a mí no quedó más que aceptar, aunque con pesadumbre, he de reconocer.


Varias veces fuimos felicitados por nuestro buen hacer, pero cuando se trata de euros, mandan ellos.

Y he de reconocer que noto la falta a fin de mes, pero eso es lo que tiene querer cambiar la situación del país, actuar en conciencia y consecuente con la lucha.

Hasta aquí una historia de mil, otra decepción, algo menos en la cartera, la conciencia tranquila, pero poco más.


La sorpresa viene cuando le pido a mi exjefe un toldo que le presté y necesito para un trabajo, fue prestado, doy fe de ello.

Y recibo por respuesta que ok, pero que un día tras invitarnos a comer, mi peque rompió una silla de plástico de jardín, que cuando vaya a recoger el toldo, le lleve una silla.


No tengo más comentario. 
Solo el ser humano guarda rencor hasta ese extremo, juro que la sangre se me heló, no por el valor de la silla, por la bajeza de la petición.


La vida no deja de sorprenderme, la pena es que la mayoría de las sorpresas hoy en día son lamentables.

Añoro sorpresas ilusionantes.

Pero lo triste es vivir engañados, ellos solitos se han retratado, y solo les deseo toda la suerte del mundo, de verdad.

Y yo seguiré luchando por defender el trabajo bien hecho, pero bien remunerado, los principios, la lealtad, la amistad, aunque seguro que vuelvo a luchar contra molinos de viento.

Ángeles Vela


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