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miércoles, 30 de octubre de 2019

LA INFANCIA DE ANTAÑO. AÑORADA.


Esa infancia de antaño, tan añorada.



Unas sardinitas, con tostadas y aceite de oliva,  al Amparo de una candela en el campo libre. 
Olor a eucalipto y pinos.



Alguna ortiguilla,  y alguna lagarta, daños colaterales, bicicleta y pelota, y el cardenal estaba asegurado.


Ducha, cena y muertos. Pero muertos de energías gastadas,  de naturaleza vivida, y las travesuras eran subirse a un árbol y caerse, hacer un columpio entre ramas, picada de avispa, picazón por los pinos, pero que inmensos recuerdos de esos Domingos de Ventas, de pinares, de campo, de pullas de higos chumbos.



Hoy es más fácil ir a un restaurante, pedir el wifi, meter la clave, soltarle la tablet o móvil al niño, y no hay sustos , ni sangre....

No hay alergia, ni picada de mosquito.
Pero no hay aventuras, ni osadía,  ni valentía.



Niños superprotegidos de enfermedades, pero enfermos de tecnología.


Rememoro mi infancia de excursiones de Domingo por el campo.

Regalemos a los niños una infancia real y digna para ellos, de exploradores y piratas.
De duendes y hadas, que viven entre los árboles,  y les susurran secretos, de imaginación y por favor, no de Navegación digital.

ÁNGELES VELA.

2 comentarios:

  1. De infancia y adolescencia, de mi juventud dorada, de esta segunda inocencia... Todos tenemos la tendencia a idealizar las primeras etapas de nuestra vida. Para muchos, esto, no es más cosa que un síntoma de que se aproxima la madurez. Y para este romántico, en todos los aspectos de la palabra romántico, no son más cosa, que recuerdos y sabores de etapas vividas; no siendo más sintoma de que se ha vivido. ¡ROSAS!

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